jueves, 3 de agosto de 2017

DIABETES Y ALTERACIONES PSICOLÓGICAS

La hipoglucemia es una enfermedad que consiste en tener un nivel de azúcar  (glucosa) en la sangre, por debajo de lo normal. Esto puede ocurrirles a las personas que tienen diabetes tipo 1.
Tener unos niveles bajos de glucosa es peligroso porque el cerebro depende totalmente del aporte constante de glucosa como único medio de energía.
Un ataque hipoglucémico puede llevar a la inconsciencia, durante la cual se pueden producir daños cerebrales debidos a la falta de oxígeno.
Los síntomas de la hipoglucemia son: dolor de cabeza, confusión mental (que puede incluir el comportamiento agresivo), mala articulación de las palabras, comportamiento anormal, pérdida de memoria, atontamiento, visión doble, parálisis temporal y convulsiones.

A veces el comportamiento puede ser irracional y revoltoso, y puede confundirse con una borrachera.
El tratamiento inmediato del ataque hipoglucémico es comer o beber algo que contenga azúcar para detener el ataque. Las personas con diabetes tipo 1 tienen mayor probabilidad de tener un ataque hipoglucémico que las que tienen diabetes tipo 2.
La manera más segura de evitar los ataques hipoglucémicos es tener controlado el nivel de azúcar en la sangre, y saber reconocer los primeros síntomas de un ataque.
Desde el plano psicológico, una persona con diabetes que no controle de manera estricta sus niveles de azúcar en la sangre, puede tener episodios resistentes de hipoglucemia y un ataque de hipoglucemia. La persona puede convertirse en un ser irracional, confundido, ansioso y agresivo, incluso llegando a la violencia y en casos extremos a cometer asesinatos involuntarios.
El tratamiento psicológico del paciente diabético debería constar como un protocolo importante en el tratamiento global de esta enfermedad. Simplemente el abordaje de la ansiedad y de la depresión (que serían las complicaciones psicológicas más frecuentes en esta enfermedad), así como cualquier otro trastorno mental que pueda aparecer en el curso de la diabetes, colabora a mantener un buen control metabólico y optimiza la calidad de vida de los pacientes y de sus familiares.
El trastorno depresivo, debido a su gran incidencia e  impacto en el curso de la diabetes requiere una especial atención. Según estudios recientes, la prevalencia de depresión es cercano al 33%, mucho más alta que en otras enfermedades médicas crónicas.

                                                                                                         Víctor Francisco Rams Maiques


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