viernes, 22 de mayo de 2015

LA AUTOESTIMA

La consideración general sobre autoestima se podría definir como:
 "Valoración positiva o negativa que una persona hace de sí misma en función de sus pensamientos, sentimientos y experiencias propias. El valor que una persona se da a sí misma. Este valor está relacionado con la autoimagen, que es el concepto que se tiene de sí mismo, y con la autoaceptación, que se trata del reconocimiento propio de las cualidades y los defectos".  

Como psicólogos cognitivos, estamos totalmente de acuerdo con la definición que Albert Ellis establece sobre el término autoestima. Para este psicólogo, autoestima es equivalente a autoaceptación, entendiendo, en este sentido, la aceptación de la persona a sí misma, plenamente y son condiciones, tanto si se comporta como si no se comporta inteligente, correcta o competentemente, y tanto si los demás le conceden como si no le conceden su aprobación, su respeto y su amor.
En este sentido, la autoestima se relaciona con el sentimiento de amor a sí mismo. Bajo esta consideración la autoestima no admite grados, se reconoce o no se reconoce, se siente o no se siente. No se basa en el balance entre virtudes y defectos, éxitos o fracasos, sino en el amor del ser que es uno mismo. Autoestima es amor a sí mismo, pero ¿qué es el "sí mismo"?. El "sí mismo" es la esencia de cada ser humano, sin corazas, sin mecanismos  de protección, tal y como era al nacer, sin que se haya formado aún la personalidad.
Pero esta definición implica una serie de supuestos básicos:
  • La identificación con el propio ser .- A la pregunta ¿Quién soy yo? no hay otra respuesta que: "yo", no ¿cómo soy?, sino ¿quién soy?. Este ser originario que nace y muere con nosotros y que no es otro que cada uno de nosotros, puede ser de muchas maneras, pero nunca dejará de ser nosotros mismos mientras viva. Este es el ser que hay que cuidar, amar y respetar de manera espontánea y natural.
  • La legitimación de las propias necesidades y el reconocimiento de los propios derechos.- El amor a sí mismo como actitud benevolente hacia el ser que es uno mismo sería en sí mismo el fundamento del derecho, puesto que los demás, y en especial el estado, están obligados a reconocer y respetar (al igual que nosotros mismos respecto a los demás) nuestras necesidades y derechos, y el estado está obligado a defenderlos, pues en esto se basa la posibilidad de la convivencia.
  • El cuidado de sí mismo.- Dado que la estima no es sólo aprecio sino también amor, la autoestima exige la actitud y la responsabilidad de cuidarse a sí mismo. Cuidarse a sí mismo implica proporcionarse los bienes necesarios para la propia subsistencia y bienestar, así como protegerse de los males y peligros para la salud.
  • La comprensión.- Comprendernos no implica ser condescendientes o indulgentes con uno mismo y la propia conducta, sino entender cómo funcionamos para poder aprender a regularnos de forma más adaptativa a nuestras necesidades y las de los demás, de modo que se haga posible el cambio, cuando éste sea necesario.
  • La aceptación positiva incondicional.- Significa la aceptación de sí mismo no supeditada a ninguna valoración añadida, sea del orden que sea, o pertenezca a la categoría que pertenezca: de tipo innato (belleza, fuerza, talento..), adquirido (habilidad, destreza, mérito, etc.). Esta aceptación supone la famosa distinción entre pecado y pecador. Podemos rechazar el pecado, pero no por ello al pecador: "Pedro es un asesino" es una mala traducción de "Pedro ha cometido un asesinato".
  • El reconocimiento de la singularidad.- Cada uno de nosotros es un  ente singular, un ser único e irrepetible y como tal no tiene sentido ser comparado con nadie.
  • El respeto.- Tiene que ver con la dignidad del ser humano, por lo que no admite ningún tipo de ultraje, vejación o maltrato (nadie es superior a nadie). Respetarse y hacerse respetar es un objetivo intrínseco de la autoestima y cuando una actitud, comportamiento o relación es contraria a este principio, simplemente hay que rechazarla como nociva.
  • La humildad.- Si todos somos iguales, nadie es superior a nadie, nadie puede imponerse a nadie.


martes, 19 de mayo de 2015

¿CÓMO AFRONTAR EL DUELO EN LOS NIÑOS?

¿ Cuándo debemos comunicar a un niñ@ una noticia traumática como puede ser la muerte de uno de sus padres?
      No hay que esperar mucho tiempo para comunicar al niñ@ la muerte de su progenitor. En ningún caso debemos mentir, le diremos la verdad, de la forma más dulce posible y adaptando la información a su edad. Por muy duro que nos parezca, los niñ@s  tienen que saber que la vida termina. Algo que ayuda a entender la muerte es hablarles sobre aquella mascota que se les murió.
- ¿Qué les decimos?
      No hay que dar más información de la necesaria. Hay que decirle que "la mamá o el papá" ha muerto pero no hace falta darle más explicaciones sobre las causas ni detalles sobre el fallecimiento.
     Independientemente de nuestras creencias religiosas, hay que ser claros en el mensaje, no debemos utilizar aforismos ni metáforas para crear falsas expectativas sobre la vuelta del ser querido. Se pueden incluir explicaciones religiosas como que está en el cielo.... pero hay que explicarles que el cielo es metafórico, no un lugar donde podemos ir.                    
-Las reacciones de un niñ@ frente a la noticia
       Las reacciones después de la noticia pueden ser dispares. Dependerán de la edad y del carácter. Puede haber niñ@s que se queden en estado de shock (que no se den cuenta de lo que está ocurriendo), que no lo asuman y necesiten un tiempo para asimilarlo y empezar a hacer su duelo. No podemos pensar que la reacción es siempre la misma, va a depender mucho del niño. Lo importante es saber que el duelo tiene sus fases y que no nos las podemos saltar.
-Reacciones emocionales
      Hay niñ@s que se sienten culpables por no haberse portado bien o que relacionan la muerte con algo que ellos hicieron o dijeron, por eso, hay que explicarles lo que ha pasado dejando claro que ellos no tuvieron la culpa.
      Otra reacción muy frecuente es la inseguridad ante la nueva situación, no sólo por la tristeza del momento, sino porque se plantean que al otro progenitor también le puede pasar algo, que la gente se puede morir y que en un momento dado él se puede quedar solo. Por eso será fundamental dar al niñ@ mucha seguridad, haciéndole ver que el progenitor superviviente no está enfermo, que no le va a pasar nada......
      Puede manifestar también rabia, tristeza..... Las reacciones son normales, hay que permitirles que las expresen. Hay que dejar que el niñ@ llore todo lo que quiera y exprese sus sentimientos.
- ¿Cuánto puede durar el duelo?
      El duelo depende de cada persona y de cada situación. 
      Valoramos la ayuda de un profesional cuando:
  • Vemos que el duelo dura más de lo normal (mínimo de duración del duelo 3 meses)
  • Si ha habido comportamientos regresivos, es decir que el niñ@ se comporte como más pequeño o deje de hacer cosas que hacía antes.
  • Cuando aparecen señales anormales en su comportamiento
    El objetivo es que se vaya superando la situación de la muerte de su progenitor, poco a poco, de forma que la pueda integrar en la vida cotidiana y lo pueda verbalizar con normalidad.
- ¿Debe el padre/madre pedir ayuda a un profesional?
     Hay veces que el que acude y necesita ayuda profesional no es sólo el niñ@, sino también el adulto, al que además de la muerte del familiar se le suma una carga extra de responsabilidad.
     Los niños que mejor salen adelante, son los niños que cuentan con un adulto superviviente que supera bien el duelo, tira del hilo, trabaja con él, se muestra comprensivo, fuerte..... en esos casos , los niñ@s lo superan antes y sufren menos.
     Cuando el progenitor no sobrelleva bien el duelo, los niños lo pasan especialmente mal. Por eso debemos tener en cuenta que es una responsabilidad extra que recae sobre dicho progenitor: además de superar su propio duelo debe encargarse él solo del niñ@ y aportarle los recursos necesarios para que el niñ@ lo supere.