martes, 17 de febrero de 2015

¿LA INVENCIÓN DE UN TRASTORNO?

A pesar del elevadísimo número de niños y niñas diagnosticados con el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) un alto número de  dichos niños no deberían haber sido diagnosticados con dicho trastorno y menos aún medicinados. 
La Guía de Práctica Clínica sobre el trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) en niños y adolescentes del Ministerio de Sanidad Español, la considera un trastorno de inicio en la infancia que comprende un patrón persistente de conductas de desatención, hiperactividad e impulsividad. Se considera que el patrón está presente cuando estas conductas tienen mayor frecuencia e intensidad de lo que es habitual según la edad y el desarrollo de la persona, y tales manifestaciones interfieren de forma significativa en el rendimiento escolar o laboral y en sus actividades cotidianas. Es decir, una definición que ha terminado llevando a que hoy se considere niño "enfermo"de TDAH a todo aquel que de una forma reiterada no presta atención suficiente, no se concentra en los detalles o comete errores por descuido, al que es habitualmente sucio y descuidado, al que tiene dificultad para estar atento en las actividades laborales o lúdicas o no parece escuchar cuando habla el maestro, al que no hace o completa los deberes, al que se mueve inquieto en la silla o se levanta a menudo cuando debe estar sentado, al que corre o salta en exceso, al que tenga dificultades para jugar, al que hable excesivamente, al que interrumpa las conversaciones de otros.
Posiblemente, lo que se pretende es que los niños deben comportarse siempre como adultos de pequeño tamaño domesticados, sumisos y obedientes.
El Dr. Allen Francis, presidente del grupo de trabajo que creó el DSM-IV (Biblia de la Salud Mental) en el que se definió el TDAH, se vió obligado a escribir en "Los ÁngelesTime"en marzo de 2010 con motivo de la publicación del borrador del DSM-V (actualmente en vigor) un artículo titulado "El último DSM de la Psiquiatría va demasiado lejos en la creación de nuevos trastornos mentales". En él escribe: "Como presidente del grupo de trabajo que creó el actual Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales,  (DSM-IV) que salió en 1994, aprendí de una experiencia dolorosa cómo pequeños cambios en la definición de los trastornos mentales pueden crear enormes consecuencias no deseadas. Nuestro grupo se esforzó por ser conservador y cuidadoso, pero contribuyó inadvertidamente a tres epidemias: el trastorno por déficit de atención, el autismo y el trastorno bipolar en la infancia. Nuestra red fue claramente demasiado lejos y capturó a muchos "pacientes" que podrían haber estado mucho mejor si no hubieran entrado en el sistema de salud mental".
Hablamos, pues, de un trastorno en entredicho pero de una gran aceptación debido a un conjunto de intereses. El TDAH como diagnóstico oficial supone una solución para padres, clínicos, profesores, investigadores, políticos y fabricantes de fármacos. Por ejemplo: los padres que están desbordados con problemas de atención y actividad de sus hijos, encuentran en el diagnóstico una explicación relativamente "tranquilizante", un tratamiento por lo común con medicación. Los profesores encuentran también alivio al saber que el niño es un TDAH..... etc.
Al final, los fabricantes de los medicamentos son los que se llevan el pastel con el "trabajo sucio" de la reivindicación y oficialidad  hecha por otros.
El problema es para los niños tanto más en la medida en que vivan "dopados" y sin haber aprendido posibles regulaciones de la atención y la actividad en función de contextos y tareas.

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