LA CONSULTA DEL PSICÓLOGO
Ir al psicólogo no es
“estar loco”. Al igual que intentamos mantener una higiene dental sana con el
odontólogo, acudir al psicólogo nos ayuda a mantener una mente saludable.
Son
diversas las causas por las que una persona acude a una consulta de psicología.
Puede ser que exista un dolor emocional que afecte a una o varias áreas de su
vida, puede ser también debido a que la persona decida llevar una vida más
plena y feliz. Pero de cualquier forma y motivo por el que se acude a un psicólogo,
siempre encontrará en él a un
profesional (en este caso, un profesional de la conducta humana) preparado para
enseñar una serie de habilidades, técnicas y estrategias psicológicas para
conseguir que las personas afronten los problemas hasta superarlos; y como en
este contexto la base fundamental es el diálogo, el psicólogo proporcionará un
ambiente de apoyo que permita hablar abiertamente de una forma neutral e
imparcial, un lugar seguro y confidencial donde él y su cliente trabajarán en
equipo para descubrir las causas que impiden a éste disfrutar de todo su
potencial y bienestar. En ese espacio tranquilo y seguro el paciente puede
sentir que ahí tiene un lugar para él, donde cada día que llega lo encuentra
igual que cuando se marchó; un lugar donde siempre será recibido de forma
parecida, casi ritual: se le abrirá la puerta, seguidamente se le sonreirá, se
le dará la mano y se le pedirá que pase a la salita, y en unos minutos se le
llamará, aunque a veces pasará directamente a la sesión. De una manera sincera
y familiar el psicólogo le transmite que se le estaba esperando.
Pero
el psicólogo no es un chamán, un visionario,…. No es más que un ser humano
(entre otras cosas un profesional de la conducta) intentando ayudar a otro ser
humano. En este sentido, podría aclarar la idea un fragmento del texto de
Embracing Your Demons:
“No quiero
que pienses que tengo toda mi vida en orden, Es más como si se tratara de ti
escalando tu montaña allí y yo escalando la mía aquí. No es como si yo ya
hubiera alcanzado la cumbre y estoy descansando. Es sólo que desde donde yo
estoy en mi montaña, puedo ver los obstáculos en tu montaña que tú no puedes
ver. De modo que puedo señalártelos y tal vez mostrarte algún camino
alternativo para sortearlos”.
Muy
al principio de la terapia lo primero que hará el psicólogo cuando el cliente
llega a su consulta, será evaluar el problema para poder hacer un diagnóstico
en el que basar el tratamiento . Por tanto le pedirá a su cliente que le cuente
lo que le pasa, le hará preguntas sobre su contexto y circunstancias, y con la
información obtenida, entre los dos se planteará cuáles van a ser los objetivos
del tratamiento, es decir, lo que se quiere lograr con la terapia.
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